13 de febrero de 2010

La llave

La chispa se desvanece, y con ella la llama que alimenta. Vuelve el hielo, obra del señor Invierno o del Tarot. ¿Se cierra el ciclo?

Escurre la lluvia por carnosas paredes. El charco vuelve a crecer. Un charco tóxico, venenoso, corrosivo.

Suenan acordes de cuerdas humanas que claman la llegada de ángeles. Suena una voz dentro de una jaula. Voz encerrada. Voluntad de la voz.

El charco invade la jaula. Crece. Y al mismo ritmo, me sube la fiebre. Creo que ya empiezo a delirar. Noto una llave en mi bolsillo.

Abro la jaula. No. Se cierra la jaula. La voz se lleva la llave.

Cierra los ojos. Cuenta hasta 10 despacio. No. Cierro los ojos, pero para entrar a Utopía.

Ábre los ojos. Hazlo, antes de que la Utopía te lleve a sus brazos. Ahí será cuando la Utopía se convierta en el Hades. La sangre resbalará por tus demacradas manos. Tu propia sangre.

No, no hay ese destino. Que brille la chispa. Ilumina. Abraza a la llama. Transmítela tu calor fraternal.

Por muy yermo que sea el páramo, siempre acaba saliendo un brote.